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miércoles, 4 de febrero de 2015


Llevan ya con nosotros varios años pero no ha sido hasta 2014 cuando los smartwatches (relojes inteligentes) han tomado la ofensiva definitiva para convertirse en elementos indispensables de nuestro día a día. Y es que, como bandera de los dispositivos wearables, los smartwatches están llamados a tomar el relevo de los smartphones en cuanto a ventas se refiere.

Así, cada vez vemos una mayor cantidad de modelos disponibles en el mercado, con características muy diversas y funcionalidades que poco o nada tienen que ver entre sí. No es de extrañar, por tanto, que muchos usuarios no lo tengan claro a la hora de hacerse con un smartwatch, dudando acerca de cuál es el que les conviene o cuál es una mejor apuesta de futuro en tanto que sus sistemas operativos (y por ende, sus apps y posibilidades) seguirán aumentando en los próximos meses.

Si estás en la encrucijada vital de qué smartwatch comprarte (o regalar a tus seres queridos), en TICbeat hemos querido ayudarte con una pequeña guía de cinco puntos elementales que debes tener en cuenta antes de gastar los 200-300 euros que te costará un dispositivo de este tipo.

Diseño, el elemento más subjetivo de un ‘smartwatch’

Como cualquier complemento de moda, el aspecto y el diseño de nuestro futuro smartwatch debe casar con nuestra personalidad, estilo de vestir y hábitos de vida. No en vano, en el mercado encontramos desde dispositivos hechos de plástico y con correas de bastante poca calidad hasta relojes de alto lujo, como el MICA de Intel (aunque no es literalmente un reloj sino más bien una pulsera inteligente).

Sin embargo, existen algunos detalles del diseño que sí deben ser analizados por igual, sean cuales sean nuestras preferencias personales. En ese sentido, nuestro nuevo smartwatch debe ser cómodo. Eso significa que debe ser fácil de manejar, pesar lo menos posible (los modelos varían desde 170 gramos hasta apenas 40) y de un tamaño que concuerde con el de nuestra muñeca.

La correa es el elemento que más sufrirá el paso del tiempo, ya que debemos quitarnos y volvernos a poner el smartwatch con cierta asiduidad para cargarlo. Asegúrate de que la correa esté hecha de un material resistente pero suave al tacto, para evitar así rozamientos innecesarios o problemas en las pieles más sensibles.

En cuanto a los botones, hay muchos smartwatches que incluyen un botón frontal, mientras que otros optan por esconderlos en los laterales (al igual que los relojes tradicionales) y otros apuestan directamente por eliminarlos, dando el protagonismo absoluto a la pantalla táctil. Según tus preferencias personales deberás elegir un modelo u otro, pero a buen seguro que podrás habituarte a la nueva experiencia de uso que te plantee cualquiera de ellos.

Pantalla: a tener en cuenta su tecnología y su forma, redondeada o cuadrada
Si en un smartphone la pantalla es el elemento más reseñable de cuantos componen el teléfono, en un smartwatch esta importancia es aún mayor. Y es que la pantalla será nuestro único punto de acceso e interacción con el dispositivo, con lo que hemos de seleccionar un reloj que cumpla con nuestras expectativas al respecto, tanto en tamaño como en forma y, especialmente, en el material del que esté hecha.


En ese sentido, existen varias tecnologías de pantalla distintas y cada fabricante está apostando por una u otra. Así, encontramos desde smartwatches que apuestan por las clásicas pantallas LCD (con buena calidad de los colores pero que se verán mal a plena luz del sol por culpa de los reflejos), las AMOLED (con mayor saturación de colores y que se ven mucho mejor bajo la luz del sol, eso sí, a costa de un mayor consumo de batería y un precio mayor) o la tinta electrónica (la misma que usan los eReaders, perfecta a la luz del sol y que no dañarán nuestra vista, aunque sólo podremos ver en blanco y negro, con lo que son pocos los fabricantes que han apostado por ella).

La forma y el tamaño del reloj también son fundamentales para sentirnos cómodos con nuestro nuevo gadget. Aunque la mayoría de los fabricantes han ido orientándose a modelos de forma cuadriculada y de grandes dimensiones (con la que se aprovecha mejor todo el espacio disponible para la pantalla), también existen smartwatches que imitan la forma circular de un reloj de toda la vida, como el LG G Watch R.

Sistema operativo: ¿Android, Tizen o Watch OS?

Mucho de lo que podremos hacer o no hacer con nuestro nuevo smartwatch dependerá de cuál sea el sistema operativo que le da vida. Para nada son recomendables los relojes que apuestan por sistemas propios y de escaso desarrollo o para tareas muy específicas (salvo que eso sea precisamente lo que necesites, como por ejemplo los relojes para running, que para poco más servirán). Así las cosas, lo más recomendable es adquirir un smartwatch con posibilidades más amplias y que vayan –presumiblemente– a contar con un sinfín de apps que le saquen el mayor provecho.


Android Wear y Watch OS son los grandes referentes en este sentido. Mientras que el sistema de Google es el estándar para la mayoría de fabricantes, Watch OS es el que incorpora el reloj inteligente de Apple. Ambos garantizan una gran proliferación de aplicaciones y una interacción prácticamente perfecta con nuestro smartphone. Otra alternativa a tener en cuenta, si eres propietario de un teléfono Samsung, es Tizen, el sistema operativo que la firma coreana está impulsando por defecto (aunque también usa Android Wear en ciertos modelos) para su gama Galaxy Gear.

Batería, el punto débil de todo reloj inteligente
Si estás pensando que la autonomía de un smartwatch será similar a la de un reloj de toda la vida, nada más lejos de la realidad. De hecho, la duración media de la batería de uno de estos dispositivos es de dos días, tres a lo sumo. Aunque siempre hay excepciones como el Pebble, que dura 25 días, aunque con escasa potencia, un SO propio y muy elemental y una pantalla en blanco y negro basada en tinta electrónica.


Dicho de otro modo, deberemos cargar con asiduidad nuestro reloj cada dos días aproximadamente. Teniendo en cuenta este detalle, es conveniente seleccionar correctamente el modo de carga que más nos interese o que nos pueda resultar más cómodo dado nuestro estilo de vida. Los sistemas son similares a los de los smartphones, partiendo del clásico cable USB a los sistemas de carga inalámbrica. En cualquier caso, deberemos quitarnos el reloj y esperar unas horas a que la batería vuelva a estar a plena carga.

Funcionalidades y sensores
Antes comentábamos que el sistema operativo era clave para determinar lo que podríamos hacer y no hacer con nuestro nuevo smartwatch. El otro factor fundamental para esa ecuación serán los sensores que incluya el dispositivo, ya que sin estas tecnologías nuestro reloj apenas podrá darnos la hora y poco más.

Entre las estándar, aquellas que incluyen casi todos los smartwatches disponibles hoy en el mercado, encontramos micrófono (para poder dar órdenes mediante voz), WiFi (para conectarse a Internet de forma autónoma), GPS y acelerómetro (para conocer nuestra ubicación y los movimientos de nuestro cuerpo), además de Bluetooth (para interactuar con nuestro teléfono y otros accesorios). Sin embargo, podemos ir un poco más allá y pedirle a nuestro nuevo reloj que cuente con cámara, sensores de ritmo cardíaco, conexión 3G (para disponer de conexión a Internet en cualquier momento y lugar) o NFC (para usar nuestro reloj en pagos móviles sin contacto).


Asimismo hemos de asegurarnos de que el nuevo reloj sea resistente al agua, ya que este wearable convivirá con nosotros en todo momento y es más que probable que se vea expuesto al agua en algún momento. Los hay resistentes a pequeñas salpicaduras y otros que son sumergibles a profundidades de hasta 100 metros. Obviamente, el precio dista mucho entre unos y otros.
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Written by Lovely

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